domingo, 5 de julio de 2009

Mis vacaciones de pensar

"Estupidez humana. Humana sobra, realmente los únicos estúpidos son los hombres."
Jules Renard. Se dice de él que fue el verdadero inventor de las greguerías.
Ramón Gómez de la Serna
sólo habría puesto el nombre.
Todo esto lo decía Jorge Luis Borges, así que algo de credibilidad le daremos.

Y esto viene a que me apetecía escribir algo inteligente antes de hablar de lo que quería: religión y principios bien asentados. Por ejemplo, yo odio los festejos taurinos. Pienso que los animales sufren inútilmente y que las personas se convierten en bárbaros que jalean ese sufrimiento. Otro ejemplo: odio las cuadrillas, esas uniones arbitrarias que forman la base de la socialización en las ciudades donde se habla Euskera -no encuentro relación causa-efecto, pero es así-. Su existencia está basada exclusivamente en la historia, y entrar en ellas requiere aguantar cola, comulgar con unos principios imposibles y llevar una ropa determinada. Me parecen, las cuadrillas, el colmo del exclusivismo y la estupidez humana -vuelta a la cita de Renard-.

Ya no doy más ejemplos de principios bien asentados, que esto si no parecerá un blog exhibicionista, y no es la intención.

De lo que no he hablado aún es de religión. Vamos a ello: odio la religión. Y encima si va acompañada de festejos taurinos y cuadrillas no me queda más que odiarla mucho más. ¿Cómo culmina esta argumentación? Así: odio San Fermín.

San Fermín con sus encierros. Esa tensión y energía que se respira justo antes de que suene el cohete, las miradas decididas de los corredores, los gestos piadosos desde los balcones, el miedo de los extranjeros, unos saltan, otros respiran hondo mientras miran hacia un punto fijo en la lejanía, otros se palpan la cintura y las rodillas, estiran las articulaciones, tocan una y otra vez los cordones de las zapatillas para comprobar que no están sueltos. Suena el cohete y unos corren como locos, otros esperan, el público no respira, el ruido de pisadas, golpes, gritos y caídas es ensordecedor. Asoma al fondo la manada. Los jóvenes de aquí se tiran al otro lado de las vallas, asustados, han visto el fantasma de un toro que no existe. Ahora sí, ya están aquí. Suben los decibelios, se agarrotan los músculos de los espectadores, las sensaciones se exprimen al límite... y todo se para. De repente sólo se oyen las pisadas y los alientos de los toros, su respiración babosa, esos bramidos fieros y los derrotes desesperados de sus astas. Majestuosos, la calle es suya por un instante y el mundo entero frena para contemplarlos.

Mañana, mi parte irracional vencerá a la de pensar y me juntaré con mi cuadrilla, la de toda la vida, la gente con la que todo lo que tengo en común es producto de la historia, pues el presente avanzó por caminos muy distintos. Dejaré que la contradicción en que me muevo se haga evidente y abandonaré por unos días la literatura y la pose cultureta para enfangarme en calles llenas de vino, barbaridad, guiris y toros.

¡Ah! Y pienso pasármelo bien.

Gora!



6 comentarios:

  1. Pues vamos mal, porque yo soy taurina y católica. ¿Podremos salvar lo nuestro? jaja. Besotes.

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que si fuera todo eso me liaría. Acabaría rezando a los toros y escapándome de dios. Estoy más tranquilo lejos de ambos ;-)

    ResponderEliminar
  3. Lo que dice Zeberio me ha hecho reír, muy bueno.
    Yo soy de padres navarros, o sea navarra, aunque vivo lejos de allí y mira que me gusta ir a Pamplona y sobre todo al Valle de Baztán.
    No me gustan los toros, pero me encantó dos veces que fui a San Fermín y me zambullí entera en esa juerga de la calle, me lo pasé fenomenal.
    Buen San Fermín y que lo disfrutes
    Teresa

    ResponderEliminar
  4. No conozco Pamplona, pero si dices que no te gusta San Fermín... no hay como alejarse de lo que a uno no le gusta para que no te empiece a gustar. Si participas no te quedará mas remedio que rendirte y dejarte llevar por el griterío.
    Páselo bien

    ResponderEliminar
  5. Me ha parecido verte en la tele, corriendo delante de un miura, con un libro en la mano :-)

    ResponderEliminar
  6. Qué gracia, Teresa, oír hablar de San Fermín y el valle de Baztán en una misma respuesta. Desde la vorágine de la fiesta, se me cae la baba sólo de pensar en los paseos de Amaiur y los discretos ruidos del bosque.

    Anina, me encanta San Fermín. Lo que no me encanta es pensar en las salvajadas que se hacen aquí, tanto con los toros como con las personas. Pero por eso dejo de pensar, para disfrutar como un animal irracional de las fiestas más brutales que conozco. Te animo a que las pruebes.

    Y Juan Ignacio, lo más cerca que he estado de un miura es al otro lado de las vallas de protección, o subido en una balconada. Ni con libros ni sin ellos, los toros me dan mucho miedo.

    Sigo con las fiestas. Otros no podrán hacerlo: Daniel Jimeno se ha quedado en la última curva del camino. Una pena. ¿No os parece parece increíble que sea sólo el muerto número 15 por asta de toro desde 1924?

    ResponderEliminar