Se ve que, no hace mucho, una cadena de televisión hizo una encuesta callejera en la que preguntaban a los viandantes si existían los extraterrestres. Entre las respuestas se coló la de esta señora: "Ojalá, y que sean guapos. Que hay mucha soltera aquí en la tierra." Esta anécdota, que fue explicada por Mario Cuenca Sandoval en la charla que ofreció el pasado martes en Pamplona, ilustra a la perfección la tesis que defendió el autor cordobés. El tema de la reunión buscaba, más o menos, responder a la siguiente pregunta: "¿Debe el autor hablar de sí mismo en sus novelas?".
Sabíamos que Cuenca mantiene una posición abstencionista en su escritura, o sea, que no utiliza su vida como material de la escritura. Eso fue lo que dijo. Pero formuló su teoría de una manera que sorprendió a muchos de los presentes. A ver si consigo explicar la esencia.
Lo primero que hizo fue hablar de la realidad. "Una autoconfesión", dijo, "sólo nos sirve para convencernos a nosotros mismos de que somos así. No hay nada más falso". Explicó que la memoria es uno de los mecanismos menos fiables que existen, pues rellena de forma arbitraria los huecos que dejan los recuerdos, y reordena la realidad con el fin de darle apariencia lógica. Todos de acuerdo, hasta el momento. Sigue. Si de esa manera se pierde la exactitud, ya no hablemos de cuando contamos nuestra vida a otros. Entonces, además de utilizar un punto de partida poco certero como es la memoria, nos encontramos con nuestros complejos y deseos filtrando la información, quitando datos que nos hacen feos y añadiendo matices inexistentes que nos mejoran. ¿Somos, entonces, esa ficción que explicamos e intentamos vender como nosotros?
Hasta ahí seguimos de acuerdo, ¿no? Lo dicho en la primera frase: las autoconfesiones no son fiables. Pero pensemos por un momento en la escritura de ficción, o sea, en hablar de temas que no nos ponen en riesgo. La libertad, entonces, es absoluta: no tenemos miedo a dejar al descubierto nuestras vergüenzas. La reacción natural es que bajamos la guardia.
Y ocurre lo que a la señora del ejemplo. ¿Qué habría ocurrido si le hubiéramos preguntado por su vida? Por ejemplo: "¿Está usted contenta con su vida amorosa?". Lo más probable es que su respuesta hubiera sido: "Sí, mucho". En cambio, le preguntan por los ovnis y nos deja ver que busca un hombre guapo. O quizás para su hija, es igual. La certeza de la revelación que ha hecho al hablar de los ovnis es mucho mayor que lo que nos habría podido contar hablando directamente sobre sí misma.
Así, con ejemplos y una clarificadora exposición, Mario Cuenca desmitificó todas nuestras teorías previas. No es sólo que él no use su propia vida para sus narraciones, sino que además sabe que de esa impregna las páginas con su persona. "Mikel Larretxi no tiene nada que ver conmigo, pero cuando fui avanzando en la narración me fijé en que el personaje tenía una característica muy mía, era también un ser de tendencia logorreica", confesó. En Boxeo sobre hielo, al inventarse la historia, Mario Cuenca habla sobre él, sobre sus padres y su entorno, pero lo hace de forma inconsciente. Todas las historias que relata en la novela son inventadas, o recogidas de diferentes fuentes, pero apareceen filtradas por él, interiorizadas. Y al trasladarlas al papel han dejado caer, como por decantación, parte de sí mismo.
En vista de esta situación, ¿quién es más honesto, aquel que habla directamente de sí mismo o quien deja traslucir parte de su persona al hablar de otros temas? Mario Cuenca lo tiene claro: "Soy más honesto cuando no hablo de mí". Sorprende darse cuenta de paradojas como la que acabo de explicar, ideas que me hacen dar aún más valor a la literatura de ficción.
Habló de muchas otras cosas, Mario, durante las casi dos horas que estuvimos charlando con él. Pero esas quedarán para los que tuvimos la suerte de acudir a la charla -recordad que es el primer acto de una serie de acontecimientos englobados en el ciclo "Encuentros literarios 2009", organizado por el Instituto Navarro de la Juventud-. En esta entrada he querido hablar de lo esencial, de aquello que me sorprendió y que me supuso una revelación. Está claro que no lo dijo con las mismas palabras que acabo de poner. De hecho, se extendió durante muchos minutos en este tema, hasta conseguir que nos hiciéramos una idea ajustada de su teoría. A mí no se me han ocurrido otras para transmitirlo. Un momento, ¿no será que, al hablar de lo que dijo otro, he acabado filtrándolo en mi persona y contando algo que realmente se ha convertido en mío? ¿Cuánto de Mario Cuenca y cuánto de Zeberio Zato hay en esta teoría?
PD: La segunda novela de Mario Cuenca aparecerá en marzo, y estará ambientada en un escenario bélico -de la misma manera en que Boxeo sobre hielo está ambientada en el boxeo, o sea, poco-. Esto es todo lo que pudimos conocer. Antes, en diciembre, aparecerá una antología de relatos sobre los Beatles seleccionada por él mismo. Entre los cuentistas que participan están Rodrigo Fresán, Iwasaki o Neuman, además del propio Mario Cuenca y de Roberto Valencia, el profesor de literatura del taller de Huarte al que acudo, y uno de los grandes dinamizadores de la vida literaria de Pamplona.
viernes, 30 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Quieras o no, siempre cae algo.
ResponderEliminarGuauuu, que suerte la de Pamplona ¿no?, ya había visto por algún otro sitio lo de estas jornadas y me parece simplemente fascinante. No te creas tú , pero a mi todo esto de lo que has hablado me ha parecido un galimatías ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre cae, siempre.
ResponderEliminarEva, la verdad es que estas jornadas son un regalo para lo que suele pasar en Pamplona. Parece que cada vez hay más energía orientada hacia la cultura, pero sigue fallando lo primordial: la promoción de los eventos. Todavía, los interesados en actividades que no atraen al gran público, tenemos que mantener la atención muy despierta para no perdernos nada.
Siento que te haya parecido un galimatías. He intentado explicar una charla de casi dos horas de la forma más breve posible, pero veo que no he terminado de ser claro. El resumen quizás puede ser: cuando hablo de mí disfrazo la realidad, me intento justificar... y además utilizo la memoria, que es poco fiable. En cambio, cuando hablo de temas externos mi personalidad se deja ver, y esta personalidad es la verdadera, no la he podido disfrazar porque ha surgido de forma inconsciente.
Bueno, no doy más guerra con esto. Espero que haya resultado interesante aunque sea un poco difícil de entender.
Pues yo creo que sí lo he entendido (o es que al hablar de mí estoy mintiendo, y no he entendido nada ;) )
ResponderEliminarInteresantísima entrada; lo has explicado muy bien. Si lo pensamos bien ¿no es eso lo que nos ocurre en el blog?
ResponderEliminarBuscaré Boxeo sobre hielo para conocer al autor.
Aquel día me tuve que caer.
ResponderEliminar¡Pero mil gracias por rescatarnos esa pieza!
Nos vemos.
¿Qué conferencia más interesante, no?
ResponderEliminarY tú la has sabido transmitir muy bien, porque hubiera sido fácil caer en el oscurantismo, y no lo has hecho.
Desde luego el ejemplo de la señora es buenísimo y tiene además chispa.
Realmente, desde el primer párrafo estaba pensando en que todos los escritores escriben sobre sí mismos, y sus puntos de vista, quieran o no, y supongo que esa es parte de la riqueza de la literatura, que aunque le dieras el mismo argumento a mil escritores, escribirían mil libros diferentes.