miércoles, 23 de diciembre de 2009

La banda del sargento pimienta (actualización)

"Gabriel García Márquez recogió en un artículo de 1980 la siguiente anécdota: «Mi hijo mayor le preguntó a una muchacha de su misma edad por qué habían matado a John Lennon, y ella le contestó, como si tuviera ochenta años: "Porque el mundo se está acabando"». La disolución de los Beatles, de la que se cumplirán en breve cuarenta años, y el posterior asesinato de Lennon parecían entonces dos signos premonitorios del fin del mundo, porque aquellos cuatro individuos de Liverpool habían ocupado el centro de la existencia durante una década. «En 1966 -escribe Hanif Kureichi-, los Beatles se comportaban como si hablasen directamente al mundo entero (...); estaban en el centro de la vida para millones de jóvenes de Occidente». Lo más asombroso es que lo que parecía moda pasajera iba a proyectarse hacia el futuro con una intensidad insólita, en una trayectoria que ha provocado que, cuanto más nos alejamos de los Beatles en el tiempo, más grandes nos parezcan."

22 escarabajos
Antología hispánica del cuento Beatle

La anunciada antología de cuentos basados en los Beatles, capitaneada por Mario Cuenca Sandoval -aquí, su blog personal- y editada por Páginas de Espuma -una de las editoriales de referencia si hablamos de relato en España- ya está en las librerías. El sábado cacé mi ejemplar y se hizo tan rápido un hueco en la fila de libros en espera que ya me he leído un relato. Vale, era el primero, es corto e Hipólito G. Navarro me aseguraba un buen rato de disfrute; pero coño, tenía prisa por probar el plato que me acababa de comprar. Y bien, me divertí mucho con Rafalito y su piano desafinado. Algunos de los otros nombres que se incluyen -Rodrigo Fresán, Fernando Iwasaki, Andrés Neuman, Raúl Pérez Cobo o Care Santos- son garantía de buenas letras que no tardaré en devorar.

Este libro, titulado 22 escarabajos, no sólo constituye una fresca alegría para los que disfrutamos de los relatos, sino que, a nivel personal, ha supuesto la confirmación de una sospecha que se venía gestando en mi interior desde hace unos meses: algo pasa en Pamplona. Como si se tratara de una plaza de primera, esta tarde el autor de la selección de los relatos -Mario Cuenca Sandoval-, otra de las firmas
que aparecen -Patricia Esteban Erlés- y el editor de Páginas de Espuma -Juan Casamayor- presentarán la antología en la librería Auzolán. El acto estará conducido por el habitual Roberto Valencia, que para colmo es otro de los autores que firman en este libro.

Así, Auzolan Liburudenda pone el broche de oro a su primer trimestre como exitoso Punto de Irradiación Cultural con un acto de alta escuela. Por lo que sé, no será lo último, así que estaremos atentos a los avisos que nos lleguen y los haremos públicos en el blog para envidia de habitantes de otras ciudades como Madrid o Barcelona donde nunca pasa nada.



Por cierto, el acto será hoy, martes 22,a las 20:00 h. en la librería Auzolán, c/ Tudela, 16. Pamplona. Creo que después invitan a un vino.


(Aquí empieza la actualización:

Confirmado por Mario Cuenca, Pamplona es el primer lugar donde presentan la antología. Así que ya lo puedo decir muy alto: ¡¡estreno mundial en Pamplona!!

Hubo otras sorpresas agradables, como la visita de Iban Zaldúa, otro de los relatistas. Iban vive en Vitoria, pero se enteró del acto y se plantó para saludar. Ha sido un placer para mí descubrir a este chico y sus artículos sobre algunos asuntos que me cuesta conceptualizar. Le seguiré la pista.

Y sí, es verdad, invitaron a vino.

Hasta aquí la actualización.)

(Y por fin, la foto. Cortesía de Iban Aguinaga. Gracias, Iban.)


sábado, 12 de diciembre de 2009

Cinco milímetros de agua

"El neopreno fue un inventazo: una fibra que permite el paso del agua hasta que se satura. Cuando un buzo entra en el mar, el neopreno deja pasar unos cinco milímetros del líquido y luego se cierra. El calor del cuerpo se transmite a esa capa de agua, que se convierte en un aislante perfecto.

Un buzo en realidad no nada precisamente en el mar o no en todo el mar, sino en uno de cinco milímetros de profundidad perfectamente acoplado al volumen de su cuerpo. La inmensidad es una fantasía que es mejor visitar desde un Yo herméticamente cerrado que trata de llevar con dignidad su nombre."

El arquero inmóvil (VV.AA.)
Álvaro Enrigue

Desde que oí hablar de la teoría del neopreno ya no pienso en historias y narraciones. Incluso las librerías han cambiado. Ahora son lugares llenos de trajes de buzo de otras personas, disfraces que me puedo llevar puestos para cambiar de sentimientos, de principios y forma de ser. Y luego comprobar los resultados.

Hay personas que me preguntan: ¿Por qué lees? No es porque me aporte conocimientos nuevos, ni porque teorice sobre aspectos más o menos interesantes. Que también, pero para eso están de manera más específica los manuales. Si me gusta la literatura es porque me permite convertirme en otras personas, conocer qué se siente dentro de su neopreno, cómo son esos cinco milímetros de realidad que filtran; más allá aún, deslizarme como ellos lo hacen por el océano y, si aún quedan fuerzas, tratar de comprender el resto del mundo que nos rodea sin tocarnos.

Muchas veces, casi todas, me sorprendo metido en un neopreno que no es el mío, actuando de formas contrarias a mi forma de ser y pensar. Entonces es cuando mis principios intentan frenar esa locura e imponerse sobre los que me están rigiendo allí dentro. Pero no puedo ver ese mar sin el traje de buzo que lo filtra, y la curiosidad es más fuerte que las reglas. Por eso la lucha no surte efecto y me toca seguir haciendo lo que allí está escrito. El resultado de esta inmersión es que mi propio neopreno se ensancha ligeramente, y poco a poco se vuelve flexible.


Fui un necio en el neopreno de Ignatius Reilly, un snob en el de Dorian Gray, un loco sin fundamento en el de Dean Moriarty, un atormentado en Botchan, un dictador en La fiesta del chivo, insensible en El extranjero, fugitivo en La invención de Morel, fui judío con Philip Roth y cristiano poco convencido con Unamuno, pillo con Quevedo y drogadicto con Ray Loriga.


Así, un día veo que comprendo a muchas personas que lo hacen todo mal. O a aquellas a quienes, por el contrario, todo
les sale bien. Porque yo he sido alguna vez como ellos, he vestido su traje de buzo y filtrado sus cinco milímetros de agua. Es más, después de tantas inmersiones me siento capaz de comprenderme un poquito mejor a mí mismo, tanto cuando hago todo mal como cuando ocurre lo contrario. Que después de tanto cambiar de neopreno, el mío, el que venía con el molde original, se va haciendo cada vez más espacioso y confortable.


* Otra cita, esta de Siete maneras de decir manzana, libro didáctico sobre poesía escrito por Benjamín Prado:

"El lector de Homero no sólo lee la Odisea, también es Ulises, también lucha contra los cíclopes, conoce Ítaca y el palacio de Circe, la cueva de Calipso y el país de los Lotófagos, atraca en la isla Eolia y escucha cantar a las sirenas. Las personas que leen no tienen límites; las que no leen son nada más que ellas mismas."

** Ilustración del buzo de Elisa Arguilé, robada de aquí.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Dos presentaciones simultáneas

En el mundo hay pocas personas capaces de hacerse omnipresentes. Una era mi abuela, que tenía la habilidad de estar en la cocina, en el salón y en el baño preguntando qué tal e intentando ayudar -y sólo se callaba cuando llegaban los anuncios-. La otra dicen que es dios, que puede estar a la vez en todas partes, pero yo creo más en mi abuela por aquello de que la vi hacerlo. Lo que tengo clarísimo es que yo no tengo el don de la ubicuidad.

¿Y a qué coño viene esto? Bueno, pues viene a que el jueves pasado, a las 20:00, coincidieron en el tiempo dos presentaciones de libros a las que quería ir. Una, en Pamplona, imprescindible porque la hacía Ana Jaka, una de las poetas que me están haciendo abrir los ojos ante las posibilidades de la lírica. Yo no la conocía más que por amigos comunes, pero la había leído en su blog y me sentía con una necesidad urgente de saludar a la autora de esos versos. La otra presentación se celebró en Madrid, donde Eloise Liyu lanzó al mundo su primer libro de relatos. Se trataba de un acto mucho más modesto y familiar, un libro autoeditado por una valiente.

Por aquello de lo que hablaba, no haber sido capaz de estar en dos sitios a la vez, tuve que elegir y me planté en la presentación pamplonesa, donde por fin conocí a Jaka. Al día siguiente pude quedar con Liyu en Madrid, y me enseñó la versión original de su libro, que está a punto de ir a imprenta -y del que ya he pedido un ejemplar, faltaría más-.


1. Mero amor / Línea discontinua, de Ana Jaka

Empecemos por la presentación del poemario. Como siempre, un fragmento para ilustrar el librazo.

"Aprendí historia:
un día, de pronto, ya no eres.
Desde entonces, ya no eres.

Me revienta tratar con la gramática.
Araño las palabras,
vuelco la papelera,
en pasado, me dicen, en pasado.
Río como una loca.
Que no se acerquen,
que me miren si quieren,
estoy haciendo algo imaginario,
que hablo sola, sí
sola.

Nuestra historia ahora es mía
toda entera.
Escarbo sus momentos más preciosos,
si vierais cómo brillan...
Mi sombra proyectada será enorme,
¿cómo voy a volverme?

Delante, estabas tú
estabas
respirando en las máquinas
con los ojos cerrados, un suspiro que iba,
me dejaba en suspenso,
y volvía.
Tiene que ser así, un suspiro tras otro,
la vida.

Y, de pronto,
la historia."

Ana Jaka
Aprendí historia. -Mero amor / línea discontinua- (2009)

Este libro de poemas que edita Bilaketa -en su Biblioteca joven Francisco Ynduráin- cuenta una historia de amor -Mero amor- y de pérdida. O sea, de extremos. En estos versos se lee no sólo la letra, sino sobre todo los espacios en blanco, ese hueco al final de las palabras que reclama su lugar en los poemas de Ana Jaka. Piden lectura en voz alta, entonado, y pasar la vista por esas líneas que pronto acaban, dejando como silencio expectante que hace que el mensaje se quede suspendido en el vacío y caiga, despacito y errático, una hoja mecida por el viento que de pronto encuentra su lugar y se posa suave. Otra hoja que cae en silencio, y otra, y por fin un montón de ellas que construyen significado horadado en las entrañas.

Vaya, me he dejado llevar y me acaba de salir un cacho de poesía. Cutre, supongo, porque es la primera vez que me meto a hacer metáforas. Cuando uno huye del dulce, como me ocurre a mí, deja de valorar la lírica y pasa como un rodillo sobre todo lo que no sea contundente. Descubrir Mero amor/Línea discontinua ha sido como enamorarme de un colibrí, cuando yo siempre me sentí más inclinado hacia las apisonadoras.


2. Ocurrió alguna vez en Madrid, de Eloise Liyu.

"El principio es como todo, lo podemos poner donde nosotros queremos, pero voy a elegir un momento importante:

Vestidos de negro y con el instrumento en la mano subimos despacio las escaleras y respiramos antes de que el silencio invadiera el entorno. Clara iba la primera, y una vez puso el pie en el escenario empezaron los aplausos.

Este sería el principio, y como toda buena pieza de teatro contaremos tres actos, bueno tres momentos, tres recuerdos, tres sensaciones… e iremos al final, que no es un final, sino otro principio. El bucle de la vida."

Eloise Liyu
Noa y Berlín. -Ocurrió alguna vez en Madrid- (2009)

Eloise Liyu juega en otra liga. La de aquellos que empiezan en esto de las letras con las únicas armas de la ilusión y la voluntad. Ocurrió alguna vez en Madrid es un libro autoeditado, casi manufacturado. La pena es que es sólo para amigos, para enseñarnos sus progresos y poca vergüenza. Porque hay que tener poca para atreverse a mostrar algo en lo que se pone tanto esfuerzo, y tener estómago para aguantar la crítica e indiferencia que sufrimos los que nos dedicamos a esto sólo por amor.

He leído muchas cosas suyas, de Liyu. En sus letras se ve que tiene madera, dulzura e inocencia. Y esto es siempre una garantía si queremos encontrar verdades. Sólo espero que esta presentación sea la primera de muchas, que siga aprendiendo en tres actos, o en diez o en mil. Y publique más relatos, y más novelas. Y dentro de unos años alguien descubrirá esta joya y la publicará de nuevo, esta vez a lo grande. Así, como ella misma dice en su texto, ocurrirá que el final vuelve a ser sólo un principio. El bucle de la vida.