Las líneas de la mano
Julio Cortázar
Julio Cortázar
Qué contradicción: escribir sencillo es muy difícil. Llevo enfrascado en esta entrada, la segunda parte del taller “La máquina del cuento” -aquí, la primera-, cerca de dos semanas. Y no hay manera de conseguir expresar aquello que Jorge Carrión supo explicarnos de forma tan diáfana.
Así que, en vistas de que se me está quedando cara de inútil y que no me apetece colaros de mala manera una entrada que me disgusta, he pensado que podíamos hacer una prueba: leemos este relato de Julio Cortázar, comentamos qué nos parece, y dentro de un par de días recapitulo. Recapitular consiste en dar la conclusión a la que llegué tras asistir al mencionado taller y compararla con las que he recibido.
Antes os doy alguna pista, para que sepáis hacia dónde quiero llegar.
Un relato, como explicaba en la entrada anterior, debe posibilitar diferentes lecturas. Aquel de Augusto Monterroso, -”Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”-, era un ejemplo extremo de narración que aceptaba muchos significados. Pero tenía una pega: no apuntaba hacia ninguno en concreto, así que dejaba al lector sin rumbo y, por tanto, con toda la libertad para no buscarle tres pies al gato, o quedarse con el que más conviene si hablamos de un lector avezado. El problema de este texto tan breve es que requiere del lector una participación excesivamente alta en la lectura.
El de Cortázar también exige al lector, pero a cambio sí que ofrece pistas para que encontremos el significado escondido. Esto es lo que tenemos que intentar encontrar: la historia que aparece sumergida en el relato. Para ello, tenemos que ir recogiendo esos datos relevantes y pensar qué es lo que ha podido esconder tras la historia principal.
Nada de lo que cuenta Cortázar es casual, por lo que, y aquí la pregunta que os lanzo: ¿el relato trata únicamente sobre una línea que parte de una carta, dibuja diferentes escenarios y termina en una pistola? ¿Alguien ha encontrado otras historias tras Las líneas de la mano?
Os animo a todos a que lancéis vuestras hipótesis. Así, además de que haréis más interesante este blog... ¡me echaréis una mano para que pueda terminar la siguiente!
Gracias de antemano.
Más del mismo tema:
- La máquina del cuento (I)
- La máquina del cuento (y III)
Hola
ResponderEliminarLo primero que te dire es que soy un apasionado de Julio Cortázar.
Lo segundo es que si tengo el relato que mencionas lo volvere a leer para echarte esa mano que pides.
Saludos y saludos
Hola de núevo.
ResponderEliminarQue torpe soy en el anterior te digo que si encuentro el relato te echare una mano...
Sin darme cuenta que el relato esta delante de mis narices.
Bueno pues despues de leerle un par de veces no puedo ayudarte mucho, pues he llegado a la conclusión que me gusta Córtazar por lo enigmatico y lo ireal que son sus relatos( a veces)
¿ Se trata quizás de cómo un pensamiento, un deseo convertido en palabras recorre los rincones insospechados del azar para finalmente transformarse en un hecho, en un realidad?
ResponderEliminarO de cómo el hilo flexible y resistente de la intención une palabra y hecho irremisiblemente?
Yo no le encuentro mayor significado que un ejercicio de estilo (prodigioso, eso sí), original e inesperado, que impresiona al que lee, pero no creo que tenga una lectura racional (o yo al menos no se la encuentro, pero yo soy bastante corto para la poesía). Este cuento, a mi entender, es "un objeto bello" llamado a suscitar impresiones en el lector, de igual manera que las despierta un bello paisaje. Pero, ¿qué quiere decir en concreto? Eso no tiene explicación, depende de cada lector, de igual manera que el paisaje que a unos les produce alegría a otros les causa tristeza.
ResponderEliminarDe todos modos, es una simple y personal apreciación.
A parte de lo ya aportado, que se puede decir de casi cualquier texto, yo haré de abogado del diablo: es un texto puramente científico, objetivo, sin magia, ni arte, ni tarro de las esencias, ni ostias (es con h?). Es lo que ve un suicida entre que escribe su carta de despedida en un piso y el momento en que llega al barco, desefunda la pistola y se va a matar. Lo dicho, un relato objetivo, frío...fotográfico.Una grabación de video,el seguimiento de su mirada.
ResponderEliminarHola Iñigo, pero...
ResponderEliminarsi la mirada del suicida se transforma en la línea que describe Cortázar, capaz de reptar y sortear obstáculos como si se tratara de una serpiente, ya sólo esa personificación de la línea hace imposible una descripción objetiva y carente de metáforas no??
Zeberio, se me ocurre otra cadena de palabras clave:
literatura-pintura-modernidad-erotismo-destino
yo me lanzo, aunque me estrelle...;-)
Lo que me sugiere ese discurrir de la línea es el recorrido de una mirada. Como si la estuviera pintando al mirarla alguien. O al seguirla con el recuerdo o la fantasía.
ResponderEliminarAlguien que no sé si es el escritor de la carta o quien empuña el arma (si es que no son la misma persona) o si es un narrador no humano. (De lo contrario dudo que pudiera seguirla a través de la ventana hasta la calle... aunque por otra parte, tiene bastante fijación con las tias...)
Esa línea me hace pensar también en un cable. En conexiones. Conexiones que, tal vez, no existan. Pero que nuestra mente se encarga de unir ("es difícil seguirla" dice Julio).
Yo, con lo que me he quedado ha sido con eso. Pero tú dices que ahí hay una historia. Y seguramente la haya. Así que para contestar a tu tarea... ¿cual es la historia que subyace?
La historia del suicida que comentan arriba parece muy razonable. Pero no creo que hubiese llegado por mí mismo. Así que la descarto. Además, ¿por qué va a ir nadie a suicidarse a un barco después de escribir la carta en casa? Nah. No me convence.
Me quedo con nada.
Me encantan estos ejercicios, aunque yo no soy nada perspicaz jeje.
ResponderEliminarCortazar es así, un poco raro en sus escritos, y descifrar lo que pasaba por su cabeza no es nada fácil.
Me ha gustado lo que han escrito arriba y lo del suicida está bien.
Lo que me ha parecido a mí, así de pronto, es un relato triste, un poco plano, o sea que la persona que escribe el relato no está en su mejor momento.
Hace un recorrido por una calle, pero tiene claro que quiere llegar a un sitio concreto. El barco.
Y al final la idea que él está escribiendo se transforma en una pistola, la idea del suicidio cuadra bastante bien.
Creo que no aporto casi nada, es una forma muy especial de decir lo que piensa un suicida, Cortazar es impecable.
Un saludo
Teresa
Algo inquietante, la línea es más que geometría imaginaria cuando, además de seguir perfiles, viaja en autobús e imita a las ratas. Una carta, una mujer, un suicida, eso es lo que la linea pone en contacto, y eso es lo principal. Quién es la mujer o cuál el motivo concreto del suicida en cuyo tormento ella tiene que ver, eso son cosas accesorias. Una gran historia trazada sin detalles. Antonio.
ResponderEliminar¡¡Me encanta!!
ResponderEliminarNo me leo el resto de los comentarios, para poder "jugar" aunque sea sola (y tarde).
Posibilidad 1) La carta es la nota del suicida que encontramos al final, el que se dispara en el barco. Ha dejado ya la nota en tierra, convencido de que ya nadie le va a impedir el suicidio, al estar lejos de tierra.
2) El barco del suicida no ha zarpado todavía, y en realidad el hombre ha enviado antes la carta, porque espera que alguien le detenga a tiempo.
3) La línea de la carta es lo que ha producido, las ganas de suicidarse del hombre del barco. Por ejemplo, la carta es una declaración de amor de su mujer a otro hombre, que ni siquiera la aprecia, porque ha tirado la carta. Él del barco lo ha descubierto y se va a suicidar.
4) Igual que la anterior, pero no se va a suicidar, sino a matar a la mujer que también viaja en el barco, al que ha subido después de escribir a su amante.
Ah, la mujer rubia puede ser la esposa del suicida/homicida, que va a llegar al barco, que todavía no ha zarpado.
ResponderEliminar(cómo me lo estoy pasando, oye)