jueves, 28 de enero de 2010

J.D. Salinger - Esta vez muerto de verdad

"Me quedé solo en la tumba. En cierto modo me gustó. Aquello estaba muy bien y muy tranquilo. De pronto no se imaginan lo que vi en la pared. Otro «Que te jodan». Estaba escrito con una especie de lápiz rojo justo debajo de la parte de cristal de la pared, debajo de las piedras.

Eso es malo. Que no hay forma de dar con un sitio bonito y tranquilo porque no existe. Puedes creer que existe, pero una vez que llegas allí, cuando no estás mirando, alguien se cuela y escribe «Que te jodan» delante de tus narices. Prueben y verán. Creo que si algún día me muero y me meten en un cementerio y me ponen encima una lápida que diga Holden Caulfield y el año en que nací y el año de mi muerte, debajo alguien escribirá «Que te jodan». De hecho estoy convencido."


El guardián entre el centeno (1951)
J.D. Salinger

Quizás alguien, un día, cumpla el sueño de Holden Caulfield y escriba un «Que te jodan» debajo de la tumba del autor. Desde ayer, Jerome David Salinger no está entre los vivos, aunque creo que el dato no es tan importante pues se había ido tiempo atrás. Son ya décadas las que llevábamos sin saber nada de ese hombre huraño, controvertido y antisocial. Sólo nos quedaba su obra, como ahora. Y no es poco.

Como ocurre con muchos otros genios, la persona era lo de menos. Me quedo con sus Nueve cuentos, una serie de historias de guerra, amor e infancia que son, para mí, lo más genial que escribió el autor. Incluso más que El guardián entre el centeno. Tengo en mente una entrada sobre la novela, pero todavía debe esperar, que me faltan una relectura y unas cuantas reflexiones para poder dar en algún clavo sólido.

Hoy sólo puedo decir «Descanse en paz».

O mejor, «Que te jodan».

PD: El blog El síndrome Chéjov incluye un relato que merece la pena ser leído. Su autor es Miguel Ángel Muñoz -el blog es suyo- y me ha parecido un homenaje genial. Pinchad aquí si queréis disfrutarlo.

martes, 26 de enero de 2010

Jorge Carrión - La máquina del cuento (I)

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."

El dinosaurio
Augusto Monterroso


Durante muchos años, este microrrelato del guatemalteco -aunque nacido en Honduras- Augusto Monterroso -aquí lo que dice de él la Wikipedia- estuvo considerado el relato más breve de la historia. Sí, es sólo esa frase, nada más. Ahora, claro, muchos pensaréis: eso no es un microrrelato, eso es jeta. Bueno, también eso pensé cuando lo leí la primera vez, pero si tanta gente entendida decía que era un microrrelato, no sería yo quien les fuera a llevar la contraria.

¿Y a qué viene esto? Pues es la introducción al taller de narrativa que, enmarcado en los
Encuentros Literarios 2009, ofreció Jorge Carrión el pasado mes de diciembre. Por supuesto, acudí a la localidad navarra de Alsasua donde se celebró el evento, y conseguí hacer mías algunas de las claves que rigen "la máquina del cuento". Ya comenté en otra entrada la sequía literaria que siguió a este taller, sequía que poco a poco voy superando y que espero que dé paso a otro nivel en mis futuros escritos, o a encontrarles nuevas posibilidades a los viejos.

La clave fundamental, en palabras textuales de
Carrión, es que "la literatura funciona cuando tiene múltiples significados". Como no es fácil de explicar esta idea de forma teórica, vuelvo al ejemplo de Monterroso.

Veamos algunas posibilidades interpretativas:

Podemos, por ejemplo, pensar que Monterroso escribió un texto fantástico: un señor se levanta por la mañana y ve que el dinosaurio sigue en su jardín. El microrrelato, aunque simple, serviría.

O situémonos en una clave de carácter ético. El relato nos sirve para plantearnos la realidad de todos aquellos que no hacen nada por solucionar los problemas, esos ilusos que pretenden que mientras duermen se resuelvan solos. Inevitablemente, al levantarse descubren que todos ellos siguen ahí. En este caso, el dinosaurio sería una representación de todos esos problemas. Vemos cómo la idea se va haciendo un poco más compleja.

Pero también podríamos pensar en una variante más simbólica: la prostituta que despierta y se encuentra con que el anciano con quien ha pasado la noche no se ha ido de su lado. O bien, atendiendo a una realidad tristemente actual, dinosaurio puede referirse al maltratador visto por su esposa herida. Ambos casos podrían resumirse mediante este relato.

Como vemos son múltiples los significados que podemos extraer. Incluso hay otro, aún más elaborado, que podría responder más a la intención del autor en su momento ya que está en relación con sus propias vivencias. Monterroso se tuvo que exiliar cuando los militares tomaron el poder, en 1957. Y cada día, al despertar, comprobaba que el dictador militar seguía allí y él no podía volver a Guatemala.


En todas las interpretaciones que se realizaron en el taller, que fueron muchas más de las que aquí recojo, el famoso dinosaurio se planteaba como una perfecta forma de expresar muchas ideas diferentes. ¿A alguien se le ocurre otra frase que pueda condensar un número tan alto de significados y expresarlos de forma perfecta?

Si, como decía al principio en palabras robadas a
Jorge Carrión, "la literatura funciona cuando tiene múltiples significados", está claro que el de Monterroso es un ejemplo de lo que denominamos literatura, hecho que justifica que se encuentre entre los relatos más leídos y comentados de todos los tiempos.

Tenemos, pues, que quitarnos de la cabeza la idea preconcebida de que se trata de una ocurrencia fugaz, una frase que aparece por la cabeza y a la que después hemos de encontrar significado. Este relato no es un alarde de jeta, sino la condensación de muchas horas de reflexión apoyada por, seguramente, textos mucho más largos pero menos significativos.
Monterroso consigue expresar, de la forma más precisa y sintética posible, la idea de la perdurabilidad de los problemas, de los errores o de los dictadores.

"La máquina del cuento"


No me atrevo a condensar en una sola entrada todo lo que dio de sí el taller. Nadie terminaría de leerla -bueno, no sé si alguien terminará tampoco de leer esta, que me ha salido una buena chapa-, pero si pretendo que se entienda algo de lo que quiero contar es mejor parar aquí, recoger la idea y esperar a la siguiente entrega. En ella intentaré haceros llegar, como hizo conmigo Carrión en Alsasua, alguna de las formas que podemos emplear para dotar de múltiples significados a un relato.

Prometo la mejor de las voluntades, que espero que vaya acompañada por la pericia a la hora de trasladar el concepto.

Más del mismo tema:
- La máquina del cuento (II)
- La máquina del cuento (y III)

martes, 19 de enero de 2010

De excusas y ausencias

Ilustración: Ana V.

Desde que echara a andar hace algo más de un año, nunca Vividor de otras vidas había pasado tanto tiempo si actualizarse. Se equivoca quien piense que se ha debido a alguna cuestión de exceso de ocupaciones. Tampoco ha sido por causa de uno de esos periodos de vagancia extrema que de tanto en tanto me secuestran con pesadez incómoda.

Si he permanecido oculto, sin una sola letra, es porque no me salía nada. Nada de nada. Y todo tiene su explicación.

Dejo al margen, porque a nadie interesan, circunstancias personales que me han colocado en un estado distraído y feliz. Son las casualidades literarias las que caben aquí, y también en ese aspecto ha habido novedades.

En pocas semanas han coincidido en el tiempo dos acontecimientos que me han llevado a una situación cuasi epifánica en lo que a las letras se refiere.

Por un lado, se cerraron los Encuentros Literarios '09 con un intenso y revelador taller impartido por Jorge Carrión -por cierto, no dejen de mirar su página web, donde acaba de anunciar la próxima presentación del libro Los Muertos, que promete mucho-. A partir de ese taller, decía, una nueva forma de entender el cuento ha arrasado con todo lo anterior. Mis relatos viejos han pasado al cajón de las ideas desechables y mi forma de leer ha sufrido un giro notorio. El descubrimiento comenzó siendo una nebulosa imposible de asir, pero de forma lenta ha ido decantando, poco a poco. Ahora ya puedo ver luz al final del túnel, y sólo escribo y espero con ansiedad encontrar sus frutos en mis próximos intentos literarios. -aquí, la primera entrada sobre el taller-.

Por otro lado, casi de forma coincidente terminé la lectura de 2666, de Roberto Bolaño. Es uno de esos libros que se convierten en una experiencia vital. No pongo fecha, pero lo comentaré aquí en cuanto supere su tiempo de reposo y reflexión.

Estos dos eventos literarios secaron por un tiempo mi neurona: las lecturas se atragantaban y la pantalla del ordenador se convertía en un muro cuando abría el word.

Luego llegaron las navidades con su familia y sus emigrantes retornados, las comilonas, los besos y abrazos que venían del pasado; también hubo una intoxicación por ostras y muchos cubatas que distorsionaron el presente y, de pronto, se apareció un inesperado futuro de sonrisas en aquella gloriosa mañana regada por verdejitos.

Entre todo esto, el blog se mantuvo en un estado latente que se alargó demasiado.

Pero como todo lo que va vuelve, no se me asusten ustedes, queridos lectores, ni dejen de pasarse por aquí. A ver si ahora que parece que alguien me lee voy a espantarlos a todos. Esta temporada en la parra llega a su fin, terminó el respiro literario y ya noto cómo la neurona vuelve a funcionar.

Mañana, en sus pantallas, La máquina del cuento echará a andar.

jueves, 7 de enero de 2010

Felices próximos mil años

Pequeña cobarde
en el punto
más extremo del árbol.

Debo quedarme aquí
el tiempo que haga falta.

Asusta el infinito
del cielo, la aventura,
asusta no saber, aprender en el aire.

Debo tomar impulso.


A veces Ana Jaka se te cae encima. Te pilla en un momento vital y te da un sopapo de esperanza.

Ya hablé de su libro, Mero amor / Línea discontinua, y de su presentación, pero me encanta leerla y releerla.

Como empezamos año, y nada se puede hacer sin deseos, he aquí mi reto: dejar los miedos, y tomar impulso.